Durante el confinamiento hemos visto cómo algunos cambios en los hábitos de movilidad afectaron directamente en muchos aspectos a nivel medioambiental.
Hemos sido testigos, a la distancia eso sí y desde casa, de cómo ríos completamente contaminados, los cuales desde hace años o décadas no daban señales de vida se llenaban de peces y otros animales, también vimos como animales salvajes salían a la ciudad: se vieron pumas en Santiago, en Chile y ciervos en la calle principal de Manresa , cabras en Albacete, corsos y pavos reales en Valladolid, todas ciudades de España.
Pero quizás uno de los impactos mayores sea el que ocurre fruto de la digitalización de muchas áreas de nuestra vida, destacando la formación, la compra y el trabajo a distancia.
En la actualidad tomar clases online con profesores particulares de inglés es más factible que nunca, y algo que quizás era una opción de unos pocos se está volviendo mayoría.
Las actividades laborales, sobre todo de esos trabajos que se realizan frente a un ordenador y/o teléfono, se han mudado en muchos casos temporalmente a casa, aunque en otros aún se está por ver si este cambio es definitivo.
Los hábitos de consumo también cambian, aunque estos quizás no afecten tanto positivamente al medioambiente, como el aumento de la comida y bebida para llevar, con su contracara (toneladas de residuos, explotación laboral, etcétera) o el crecimiento exponencial de los marketplaces de venta online.
Reducción de las emisiones del CO2 durante el confinamiento
El confinamiento de la población tras decretarse la pandemia a través de la OMS, en la primera quincena de marzo de 2020, provocó cambios drásticos en el uso de energía, sobre todo de los combustibles fósiles, con impactos esperados en las emisiones de CO2.
Pese a la dificultad de monitorear los resultados y siendo un tema crucial las emisiones de CO2 de cara al cambio climático, existen diversas maneras que los diferentes países o conjunto de países utilizan para medirlo, siendo algunos mensuales y otros anuales.
Pese a ello, ya en mayo, tan solo un mes y medio después del anuncio de la pandemia, pero cuando algunos países ya llevaban adelante medidas estrictas de confinamiento, las emisiones se redujeron drásticamente, como afirmó la revista Nature ya en mayo, con los datos obtenidos en los meses previos.
Las emisiones globales diarias de CO2 disminuyeron en un 17% ya a principios de abril de 2020 en comparación con los niveles medios de CO2 del mismo periodo de 2019 y se estima que para cuando el año acabe, el total de la crisis del COVID-19 habrá provocado una reducción total del 7%.
Cambio de hábitos post COVID
Está claro que muchos de los hábitos cambiarán tras la pandemia que parece no acabar, pese a que los especialistas compiten por dar una fecha de fin.
No sólo los hábitos de consumo, como hemos visto, cambiaron durante el confinamiento y muchos de ellos han cambiado la manera de relación, sobre todo los hábitos de compra. En España durante el segundo trimestre de 2020 las compras online subieron en un 67 %, y un estudio en Reino Unido afirmaba que alrededor del 50% de los encuestados afirmaba que tras el confinamiento compran más por Internet que antes.
La formación, como hemos dicho, ha sido afectada durante el confinamiento, pero también en la actualidad debido a las medidas de prevención, con un aumento de las clases online, y sobre todo el teletrabajo, donde también en España aumentó más de un 200% en este año.
La digitalización de muchos de los aspectos de la vida está viendo una reducción de las emisiones de CO2, pero aún están lejos de las necesarias para evitar que el cada vez más evidente cambio climático se acelere y el planeta nos pase la factura en el momento menos esperado.