Homo Toxicus (Documental)

Desde la Segunda Guerra Mundial se estima que se han sintetizado en laboratorios unas 100.000 nuevas moléculas que son utilizadas por la industria. Dichas sustancias son lanzadas a la atmósfera y el agua después de haber pasado una serie de controles que determinan las dosis en las cuales no se consideran nocivas, pero sin que existan estudios exhaustivos sobre la influencia que tiene en la salud humana una continua exposición a estos productos o a la combinación de éstos. La periodista Carole Poliquin, quien desde niña ha vivido en pueblos y ciudades que no se consideran contaminados, se presta en el documental a hacer un análisis de su propia sangre, descubriendo que contiene 110 contaminantes, entre los que se encuentran metales pesados, BPDEs e incluso DDT, un producto prohibido hace más de 30 años.
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Según afirma en Homo Toxicus el Dr. Jean Zigby, de la Asociación Canadiense de Médicos por el Medio Ambiente, muchos de los problemas médicos que examina a diario, como alergias o cánceres, podrían haber sido favorecidos o ser una consecuencia de la exposición a determinados factores medio ambientales. Sin embargo, afirma, es difícil apuntar a alguno de estos factores, ya que este tipo de enfermedades suelen tener causas multifactoriales.
En toxicología es conocida la frase “la dosis hace el veneno”. Esto significa que algunas sustancias pueden ser nocivas en ciertas concentraciones, pero utilizadas en pequeñísimas dosis, no entrañan riesgos para la salud. Pero, ¿y la combinación de muchas de estas sustancias, aunque sea en dosis pequeñas? ¿Y la exposición continuada a estas pequeñísimas concentraciones? Estas son las preguntas que trata de responder Homo Toxicus.
Los millones de toneladas de sustancias químicas que se lanzan cada año al medio ambiente, van a parar a los pastos, ríos y mares en los que viven y se alimentan el ganado y los peces que, después, van a parar a nuestros platos. Del mismo modo, la mayoría de las frutas y verduras que consumimos se tratan con pesticidas que contienen este tipo de sustancias.
Homo Toxicus examina la posible relación de estos compuestos con el incremento de enfermedades y disfuncionalidades como el déficit de atención en niños y niñas, problemas de audición, afecciones hormonales, cánceres, obesidad o diabetes. A través del análisis de una serie de casos de estudio y de entrevistas con investigadores, el documental expone un problema creciente e inquietante que cuestiona nuestro estilo de vida.
Después de casi hora y media de entrevistas a diversos científicos, miembros de asociaciones que trabajan en la protección de la salud frente a los factores medio ambientales, médicos, afectados y autoridades, este documental, rodado en 2008, apela al Principio de Precaución, que establece la adopción de medidas protectoras cuando no existe certeza científica de las consecuencias para la salud o el medio ambiente de una acción determinada.
Homo Toxicus presenta el caso de varios investigadores canadienses, entre los que se encuentran Margaret Haydon y Shiv Chopra, que fueron cesados en su trabajo de evaluadores de medicamentos veterinarios para Santé Canadá (Agencia Canadiense de Regulación de la Lucha Antiparasitaria), por manifestar su inquietud respecto a las anomalías que producía en el sistema reproductor de las terneras, la utilización en su alimentación de dos hormonas autorizadas para aumentar su productividad. La normativa europea no aprueba el uso de dichas sustancias en los niveles legales para Canadá.
Así, poniendo este caso de ejemplo, el documental apunta a que las autoridades no siempre utilizan el Principio de Precaución en sus decisiones respecto al uso de estas sustancias. Se rigen, en cambio, por la llamada “Reglamentación inteligente”, enfocada a la gestión del riesgo. Para algunos científicos que aparecen en Homo Toxicus, constituye un problema el hecho de que al evaluar el riesgo se eleven consideraciones de competitividad económica al nivel de consideraciones de salud, seguridad y protección.
El documental examina algunos casos en los que se muestra cómo los afectados podrían ser las generaciones posteriores a las personas expuestas y cómo, igual que ocurre con el cambio climático, la humanidad no sabe cuál puede ser el resultado del experimento al que nos estamos exponiendo, ni dónde está el límite de dicha exposición.

“Canadá se dispone a clasificar el Bisfenol A (elemento utilizado en la elaboración de plásticos utilizados en la fabricación de biberones y sospechoso de provocar disfunciones reproductivas) como sustancia tóxica, lo que conllevará un proceso de gestión de riesgos. La Unión Europea acaba de reaprobarlo.”
“La Agencia de regulación de la lucha antiparasitaria (Santé Canadá) ha vuelto a evaluar la Atrazina. Concluye en que no constituye un riesgo inaceptable para la salud humana.”
Homo Toxicus fue realizado en 2008. Desde entonces, la Unión Europea ha cambiado la normativa respecto al Bisfenol A y en junio de 2011 entró en vigor la prohibición de su uso en la fabricación de biberones. El uso de Atrazina está prohibido en Europa desde 2004.
Nos parece también interesante invitarles a conocer iniciativas como Homo Toxicus, que ponen de manifiesto la contradicción que se da a veces entre científicos y autoridades a la hora de utilizar el Principio de Precaución en la reglamentación para el uso de este tipo de sustancias. Es importante que los ciudadanos conozcamos este principio, porque también nosotros tomamos decisiones individuales que afectan a nuestra salud y la de nuestros hijos e hijas.
Texto tomado en parte de: Inspira

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