El hombre que humilló a la industria Petrolera

El hombre que humilló a la industria Petrolera 1
Pablo Fajardo Mendoza estudió derecho gracias al apoyo económico de los padres capuchinos y una familia española que cubrió los gastos.

El lunes 14 de febrero del 2011 quedará guardado en la memoria del abogado ecuatoriano Pablo Fajardo Mendoza como uno de los más felices de su vida. Sobre la 1:30 p.m., mientras almorzaba, una periodista lo llamó al celular para preguntar qué opinaba de la sentencia en la que un juez de la Corte Provincial de Sucumbíos le ordenaba a la petrolera Chevron pagar cerca de US$9.500 millones por el caso de contaminación en la Amazonia.
Fajardo, que esperaba un fallo dentro de tres o cuatro meses, no quiso alegrarse antes de tiempo, así que envió a uno de sus asistentes hasta la Corte a leer letra por letra la sentencia. Dieciocho años de batallas jurídicas le han enseñado a ser cauto y a no cantar victoria antes de tiempo.
¿Qué viene ahora?
Estamos recién concluyendo un documento de apelación que vamos a presentar mañana. Luego tenemos varios escenarios jurídicos. Uno en Sucumbíos. Otros en Estados Unidos. También arbitrajes internacionales en los que la Chevron quiere endosar la responsabilidad al gobierno ecuatoriano. Tenemos que buscar el mejor escenario para ejecutar la sentencia.
¿A qué se refiere?
Chevron ha hecho un trabajo enorme en Estados Unidos, donde algunos jueces, quizá por desconocimiento de las circunstancias, la están favoreciendo. Por su influencia económica en ese país es difícil que tengamos acceso a la justicia. Con el fin de evitar eso estamos buscando países donde Chevron tenga inversiones económicas para ejecutar la sentencia.
¿Están satisfechos con el monto que debe pagar la petrolera?
El juez ordenó que se pague US$8.646 millones por el daño ambiental. Aparte de eso ordena pagar 10% adicional para los demandantes. La suma final ronda los US$9.500 millones. Además, el juez consideró que hubo daño moral a la integridad y reputación de la población amazónica y ordenó a la Chevron  a pedir disculpas públicas. Dice que si no pide disculpas, pagaría el doble.
¿Es la cifra justa?
Creemos que es una cifra alta. Es la más alta en la historia de la humanidad. Supera a la que se pagó por el derrame de Exxon Valdez en Alaska. Comparada con el daño ambiental no es suficiente.
¿Cuál ha sido el momento más difícil para usted?
En agosto de 2004, cuando uno de mis hermanos fue asesinado en Sucumbíos. Luego vino una persecución por varios meses. No tenía tranquilidad. Estaba amenazado. He dicho que no puedo confirmar que la Chevron sea responsable de eso, no tengo pruebas, pero hay muchos hechos vinculados a lo que pasó allí y hay una duda muy grande. En 2010 recibimos una presión de Chevron en la que querían a toda costa destruir el caso. Debo decir con toda sinceridad que pensamos que era imposible llegar a una sentencia por todas la maniobras de la empresa, que invirtió más de US$500 millones para defenderse.
¿Pensó en rendirse?
No. Siempre he dicho que cuando entro en una batalla me gusta ir al final sin importar las consecuencias. Siempre decía que siguiéramos aunque no tuviéramos éxito. Nunca pensé en dejar la causa botada. Hemos dado un gran paso, pero falta mucho por recorrer. Enfrentamos a una empresa poderosa. No va a haber nada gratis.
¿Cuál fue el daño que causó la Chevron?
Chevron arrojó 18.000 millones de galones de agua de formación a los ríos. Segundo, construyó 1.000 fosas o piscinas donde arrojó aditivos tóxicos que son cancerígenos. Afectó la vida de cuatro pueblos indígenas. Más o menos a 30.000 personas de forma directa y 100.000 de forma indirecta. Durante esos años perforó 356 pozos.
¿Estudió derecho para defender a estas comunidades?
Nací en una población de la costa de Ecuador. Me crié en la Amazonia. Llevo 25 años viviendo en esta región. Mi familia es de extrema pobreza. Es una familia de 10 hermanos. Cuando trabajaba como obrero vi muchas injusticias con niñas, mujeres y con los trabajadores. Cuando tenía 17 años cree una agrupación de Derechos Humanos. Así nos vinculamos a este caso.
¿De qué manera cambió su vida?
No me he puesto a pensarlo. Ha habido una alteración del ritmo de mi vida. Un gran reconocimiento público dentro y fuera de Ecuador. El problema de seguridad aumentó. Tengo apenas dos a cuatro horas al mes para compartir con mis hijos. Es el precio del trabajo. No quiero dejar a mis hijos herencia de bienes, quiero dejar un país que no esté destruido ambientalmente. Mi sueño es que este país sea mejor de lo que es.
¿Podría contarme qué más se sabe del asesinato de su hermano?
Según informes policiales y de los médicos forenses fue torturado y luego asesinado. No tenemos más datos.
¿Qué importancia tiene la sentencia?
Es importantísima. Sienta un precedente. Es una noticia que se ha cubierto en todo el mundo. Me parece que está sembrando algo grande. Cuando las empresas actúan con irresponsabilidad pueden ser demandadas por comunidades empobrecidas. Una clave de nuestro proceso es que está basado en la fortaleza de campesinos e indígenas. La fuerza está en las bases sociales. 

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Entrevista realizada por Pablo Correa para elespectador.com

En el mundo de hoy, donde los intereses económicos parecen obligarnos a continuar dependiendo de una fuente de energía no renovable y contaminante, donde todos los días surgen noticias de nuevos derrames de petróleo por parte de grandes corporaciones, en España, Nigeria, EE.UU. y tantos otros sitios, a los gobiernos y empresas (muchas veces estatales) parece no importarles. Un hombre común se alzó e hizo llegar la voz de los damnificados, esos que no se ven, la otra cara del problema, los nadie mucho más allá logrando algo sin precedentes, que esperemos se repita muchas veces en el futuro y por lo menos se obligue a estas empresas a limpiar lo que ensucian.

Sobre este tema pueden ver el documental Crude El verdadero precio del petróleo en nuestra Videoteca

0 comentarios en “El hombre que humilló a la industria Petrolera”

  1. Muy buena nota pero el contenido difiere del titulo, inclusive dicho titulo podría centrarse mas en la sentencia, que creo que es lo importante.
    Aunque pensándolo bien, el titulo invita a leer la nota completa 🙂

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