Técnicas naturales en dermatología

La piel es una de las principales preocupaciones de muchas personas, posiblemente por el hecho de que cualquier alteración se aprecia inmediatamente. La preocupación por este aspecto ha aumentado y la visita a clínicas dermatológicas como De Felipe Madrid es cada vez más común. El público quiere escuchar la opinión de expertos y la combina con la búsqueda de técnicas naturales que pueden ayudar a mejorar la salud cutánea, aprobadas por los especialistas y que siguen un tratamiento médico. Es la vía que un creciente porcentaje de dermatólogos está impulsando. 

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Estas técnicas naturales responden a criterios de los profesionales del sector y abarcan tanto la ingesta de alimentos como el uso de cremas y productos que mejoran el rendimiento. La vitamina C y el Ácido Hialurónico son ejemplos del primero. Se trata de antioxidantes que aportan brillo y energía; y su uso depende del grado de sensibilidad de la piel. También se conocen como serum dermatológico que tiene funciones antioxidantes y que mejoran la luminosidad y la textura de la piel. El resultado es más hidratación sobre la cara, lo que se traduce en menor riesgo de generar arrugas y de que salga acné. Se aplica sobre el rostro y el cuello, que es una zona “olvidada” por muchas personas pero que también se expone a enfermedades relacionadas. 

La limpieza facial es otro método aprobado por el colectivo dermatológico y se utiliza en la mayoría de casos, tanto a modo de prevención como durante el proceso de un tratamiento. Resulta de gran utilidad para combatir la rosácea, que es la inflamación de los folículos sebáceos, lo que desemboca en el enrojecimiento de la piel. Dicha limpieza se lleva a cabo mediante una crema específica y recetada por el profesional, que se aplica durante la mañana y la noche. En muchos casos este paso se completa con la aplicación de un tónico que calma la piel.

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Mascarillas y protección solar

No se utilizan con tanta frecuencia, pero resultan muy efectivas para combatir los problemas ocasionados en la cara. Son las mascarillas, cuyas recomendaciones apuntan a que tienen que ser utilizadas una o dos veces por semana. Tienen funciones calmantes e hidratantes; y se colocan sobre el rostro durante un periodo no superior a media hora. Después se retira con agua. El resultado es el rejuvenecimiento y la renovación de la piel. 

La protección solar también funciona y es recomendada por todos los dermatólogos. El sol nos gusta, sobre todo en verano, pero hay que acercarse a él con moderación porque tiene efectos nocivos si no se aplica con moderación. Las quemaduras son el primer síntoma y, aunque se pueden ir en un par de días, traen otros problemas graves como manchas, alteraciones en la textura, arrugas o, en el caso más preocupante, cáncer de piel. La crema solar debe utilizarse con frecuencia cuando estamos expuestos a la luz solar de forma continuada, y no solo cuando vamos a la playa. La inversión en este producto merece la pena, especialmente en aquellos que tienen pieles sensibles y en quienes el riesgo es mayor. 

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