Ámsterdam, como muchas ciudades del mundo en estos días, está luchando por mantener a su población a salvo durante la pandemia del Covid-19. Y además de velar por la salud y el funcionamiento de la ciudad, están pensando en la recuperación económica.
La novedad en el caso de Amsterdam es el modelo propuesto para la reconstrucción económica. La ciudad adoptará la Economía del Donut, un cambio de paradigma creado por Kate Raworth, que propone una alternativa al crecimiento económico a cualquier costo en el que se basan nuestros actuales modelos.
Kate Raworth, del Instituto para el Cambio Ambiental de la Universidad de Oxford, propone un sistema en el que se satisfagan las necesidades de todos sin agotar los recursos del planeta, un posible contrapunto al crecimiento ilimitado a cualquier costo.
La economista analizó siete puntos críticos de la economía actual e ilustró su propuesta de equilibrio con un gráfico cuya forma se asemeja a la de una rosquilla, de la que surgió el nombre de Economía de la Rosquilla o Dona.
El modelo creado por Kate puede ser adoptado por ciudades, países, empresas y personas que creen en un desarrollo equilibrado. En 2017 lanzo un libro donde se documenta la teoría completa, en Español se llamo Economía Rosquilla.
Comprender el modelo Donut
En el anillo interior de la economía del Donut se compone de lo mínimo necesario para que tengamos una buena vida lo que abarca desde los alimentos y el agua potable hasta niveles satisfactorios de vivienda, educación, salud, equidad de género, saneamiento, energía, ingresos y participación política.
El anillo exterior del gráfico representa los límites ecológicos, establecidos por científicos e investigadores. Pone de relieve los límites que la humanidad debe respetar para evitar el cambio climático, garantizar la conservación de los suelos y los océanos, la capa de ozono, la biodiversidad y el acceso al agua potable.
Entre estos dos anillos del gráfico está el equilibrio. Es en esta área donde encontramos lo que puede satisfacer las necesidades humanas sin comprometer el equilibrio del planeta.
Simplicidad
La idea central de la Economía Rosquilla es simple: los objetivos económicos deben satisfacer las necesidades humanas dentro de un límite aceptable para el planeta.
Raworth aplicó su modelo a Ámsterdam, entregando un retrato de Ámsterdam en el que señala cuáles son las necesidades básicas que no se están satisfaciendo y cuáles son los límites ecológicos que no se respetan, mostrando cómo estas dos realidades están interconectadas. Para el alcalde, el modelo es mucho más que “una visión hippie del mundo”.
Otra forma de ver las cosas
Ámsterdam tiene un grave problema de vivienda: casi el 20% de la población tiene problemas para pagar el alquiler, y sólo el 12% de las solicitudes de vivienda populares, de un total de 60.000 anuales, pueden ser atendidas.
Una solución sería construir viviendas más asequibles, pero en el caso de Ámsterdam, los límites ecológicos muestran que las emisiones de dióxido de carbono de la ciudad están un 31% por encima de los niveles de 1990. Así que tenemos que encontrar soluciones que satisfagan la necesidad de vivienda pero que no comprometan el medio ambiente.
Mientras que el municipio trabaja para regular el uso de materiales reciclados y de base natural como la madera en los edificios de la ciudad, el modelo de la rosquilla apunta a una visión más amplia. “El alto precio de las casas no sólo está relacionado con el hecho de que hay pocas disponibles. Hay mucho dinero circulando y los bienes inmuebles se han convertido en una inversión, lo que hace que los precios suban”, explica el alcalde.
“Este gráfico no nos da las respuestas listas, pero nos muestra una nueva forma de ver nuestros problemas y con ello nos alejamos de las estructuras y pensamientos recurrentes”.
Otra situación en la que se puede aplicar la Economía de las Donas es la del Puerto de Ámsterdam, que importa enormes cantidades de cacao del África occidental, región en la que la explotación laboral es bastante común.
Las empresas privadas pueden aplicar sus propias políticas y rechazar los productos de ciertos proveedores asumiendo los riesgos económicos, pero en el caso de un organismo público, esta decisión implica valores que son utilizados para el beneficio social de casi 1/5 de las familias de la ciudad.
Al mismo tiempo que se estudian alternativas para reducir el uso de combustibles fósiles en el Puerto de Ámsterdam, es necesario discutir otras cuestiones, como el trabajo infantil. Para Marieke, el nuevo modelo ha abierto un espacio de debate sobre el origen y el modo de producción de los productos que pasan o se almacenan en el puerto de la ciudad.
“¿Quién podría haber imaginado que en el cuadro de análisis de la ciudad de Ámsterdam habría preguntas sobre los derechos humanos y laborales en África Occidental? Y eso muestra el valor de este modelo”, añade Raworth.
Participación nacional e internacional
Kate y Marieke reconocen la necesidad de involucrar a los gobiernos nacionales y las instituciones internacionales en este proceso. Antes de la cuarentena, el economista se reunió con un comité de autoridades europeas en Bruselas, Bélgica, que declaran un interés en la economía del donut.
“El mundo está experimentando una serie de eventos y sorpresas. El impacto está haciendo que más gente se aleje de la idea de que el crecimiento económico es sinónimo de desarrollo”, dice Raworth.
“El desarrollo significa que nuestro bienestar se basa en el equilibrio. Entendemos que cuando hablamos de nuestro cuerpo y de nuestra experiencia personal. Ahora mismo podemos conectar nuestra salud personal con la salud del planeta”, dice el economista.